¿Por qué la mayoría de personas que no tienen pareja y sienten la necesidad de tenerla se quejan de que es muy complicado? Y… ¿Por qué otras muchas inician relaciones que no les satisfacen e incluso les hacen daño? ¿Es realmente tan difícil encontrar el amor o son nuestros mecanismos inconscientes los que lo complican?

Aquí analizaremos cinco claves que pueden interferir en la idea de una relación equilibrada y sana.

1º. El concepto de “media naranja”.

Antes de meternos en terreno pantanoso sería bueno analizar este término referido a esa otra mitad que nos complementa. En realidad, si lo pensamos bien, todos estamos completos. No necesitamos encontrar la felicidad en otra persona, aunque a veces, así lo creamos. Quizá ahí resida una de las claves más importantes del porqué no encontramos ese amor que nos satisfaga.
Buscar a otra persona que cumpla con todos nuestros criterios y que sea un espejo de lo que creemos que necesitamos, ¿no es pensar en un amor un tanto idealizado o irreal?

2º. Amor idealizado.

Formular expectativas poco realistas o idealizadas del otro nos puede llevar a la frustración y al fracaso. No existe la perfección. En la etapa de enamoramiento, vemos al ser amado como un Dios que nos va a satisfacer en todas nuestras facetas. Pero es, al ir avanzando en la relación, cuando nos damos cuenta de que existen defectos e imperfecciones. Esto puede llevarnos a desilusionarnos. La imagen que nuestro cerebro había construido sobre esa persona, ahora no se corresponde con la realidad. Si nos centramos en expectativas más realistas y ajustadas a la realidad, ¿no tendremos más éxito?

3º. A mi imagen y semejanza.

Cuando mencionábamos arriba a la “media naranja”, lo veíamos un poco de esta manera (encontrar la mitad que encaje perfectamente). El intentar moldear al otro a mi imagen y semejanza, es un claro error. La pareja, como bien dice la palabra, son dos personas, y por lo tanto, cada uno tienen características individuales y diferentes.
Aunque se pueda coincidir en gustos, aficiones, valores, proyectos y en un sinfín de intereses, también puede haber otros muchos pensamientos y actitudes que no sean similares. Respetar y entender que la otra persona tiene su propio criterio y su propio espacio es fundamental para recorrer el camino de forma sana.

4º. Compartir proyecto de vida, no poseer.

El concepto de amar, bien entendido, no implica posesión. Los objetos se pueden poseer, las personas no. El que cada uno en la relación tenga sus espacios, sus aficiones, su parcela social, no es malo. Al contrario, fomenta que la relación se sustente en la confianza y en el respeto, los pilares básicos para que una pareja se consolide y cree una estructura fuerte. ¡Así que fuera prohibiciones y control sobre el otro! La comunicación en este aspecto es fundamental. Hablar sobre nuestros sentimientos, miedos, expectativas y frustraciones favorecerá la comprensión y el entendimiento.

5º. Analizar nuestras carencias afectivas.

Si tenemos vacíos o carencias emocionales, probablemente, convirtamos el deseo de tener pareja en una necesidad y nos fijemos en aspectos que, probablemente, nunca lleguen a llenar esos vacíos.
Comportarse como una “aspiradora emocional” y absorber a la persona que estamos conociendo, quizá no sea la mejor idea. Muchas veces confundimos el “querer” con el “necesitar” y son cosas muy diferentes.
Querer o amar parte de mi amor propio. Yo me quiero y me acepto, y por lo tanto, quiero y acepto al otro. Necesitar es la sensación de no poder vivir sin compartir la vida con la otra persona. La idea trágica de “morir de amor”. Nadie es indispensable para nuestra supervivencia.
De esa falta de autoestima vienen las obsesiones y los celos patológicos. Pensar que no somos merecedores del amor. La otra persona comparte nuestra vida e inicia un camino común al lado nuestro como compañero/a de viaje. Es una decisión conjunta, una elección común que nos hace ese camino más fácil.

En resumen, si quieres conseguir una relación más sana:

  • Analiza tu autoestima y si necesitas mejorarla, trabaja en ella.
  • No idealices a la otra persona, es humana, igual que tú.
  • Acepta que la otra persona es diferente a ti y que no tiene que cambiar para encajar en tu vida, si no dejaría de ser la persona que conociste
  • ¡Olvídate del control y de los celos! Si confías serás más feliz y la otra persona también.
  • ¡Comunícate! Hablando se entiende la gente. No eres más vulnerable por hablar de lo que sientes abiertamente.

Y si ves que al final no sois compatibles, no pasa nada. No todas las relaciones funcionan. Lo importante es que tenemos la capacidad de elegir y decidir lo que nos llena y nos hace feliz. Si eso implica no tener pareja, ¿Qué hay de malo?

Como dice el refrán: “mejor solo que mal acompañado”.